22 agosto 2013

EL MAUSOLEO DE HALICARNASO

Mausolo fue un rey que ostentó el poder en Caria, un pequeño reinado de la península de Anatolia. Hijo de Hecatomno, no sólo mantuvo el poder sobre el territorio que conquistó su padre, sino que además eligió una ciudad desde la que poder gobernar. Para ese fin eligió a Halicarnaso.

Esta ciudad costera estaba lejos de las fronteras amenazadas por los enemigos del reino, para así poder mantenerla segura. Halicarnaso se convirtió en la capital de un príncipe de la guerra, el lugar perfecto desde donde dirigir a las tropas, gracias a las buenas vistas a los posibles caminos de aproximación de las tropas enemigas,mausolo fue pues el gobernante más destacado de la satrapía de Caria, y en aquella época era habitual que el fundador de una ciudad recibiera los máximos honores y una tumba en su plaza central. Después de la muerte de Mausolo, en el 353 AC, su esposa Artemisia le sucedió en el gobierno e invitó a los mejores artistas grietos para que construyeran la tumba de su difunto esposo, el mausoleo medía aproximadamente 45 metros de altura, y cada una de las cuatro plantes era adornada con relieves esculturales creados por cada uno de los escultores griegos — LeocaresBriaxisEscopas de Paros y Timoteo
Desde su construcción fue considerada uno de los monumentos más impresionantes del mundo, apareciendo en la lista de las siete maravillas del mundo, según Antípatro de Sidón, y más tarde pasando Mausolo a dar nombre a las grandes construcciones funerarias: los mausoleos.
El monumento soportó las invasiones y la destrucción de la ciudad por parte de Alejandro Magno, pero finalmente fue destruido por un terremoto en 1404. Durante ese siglo los Caballeros de la Orden de San Juan utilizaron las piedras desprendidas para construir una fortaleza amurallada con la que defenderse de los ataques turcos. La estatua superior y algún friso que se salvó están hoy en el Museo Británico. 


 Friso de los arqueros de Susa

Friso de los arqueros adornaba el famoso palacio mandado construir por orden de Darío I (522-486 a.C), que trasladó la residencia real y la administración del Imperio, desde Pasargadas hasta Susa, la nueve sede.
Muy poco ha llegado de su riqueza constructiva y decorativa, que debió ser inmensa. Pero se conservan en el Musée du Louvre abundantes fragmentos de los frisos que decoraban la residencia real y que datan del siglo V a.C.
Algunos, realizados en relieves esmaltados sobre ladrillos, muestran a animales en procesión, unos reales y otros fantásticos, inspirados sin duda en la famosa Puerta de Isthar de Babilonia.
Sin embargo, entre todos ellos hay que destacar el friso que representa los arqueros. Los arqueros reales conformaban el cuerpo más poderoso del ejército persa, que se integraba con diez mil soldados. Equipados de arcos, flechas y lanzas, hasta finales del Imperio constituyeron el núcleo mejor entrenado de todo el potencial bélico aqueménida. Este temible grupo de soldados componentes de la guardia real eran también llamados los "Inmortales", porque las bajas que se producían en las batallas eran inmediatamente cubiertas por otros hombres de gran valía, preparados y adiestrados para tal propósito.
En el Friso de Susa se les representa en hileras que se aproximan al metro y medio de altitud. Ricamente ataviados, portan sobre el hombro el armamento con el que eran conocidos, el arco y el carcaj, mientras que con sus dos manos presentan las altas lanzas en gesto de saludo.


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