06 septiembre 2013

CAIN Y ABEL


Adán y Eva tuvieron dos hijos. El más joven, Abel, era pastor, mientras que su hermano mayor, Caín, trabajaba en el campo. En cierta ocasión ambos le hicieron ofrendas a Dios. Caín le ofreció una parte de sus cosechas, el fruto de los campos, mientras que Abel decidió ofrecerle la mejor y más grande de sus ovejas. Dios quedó complacido con la ofrenda de Abel, mas no con la de Caín. Y como Caín no pudo encontrar ninguna razón para este favoritismo, se sintió muy enojado y amargado con Dios y con su hermano, Abel.

Dios vio la ira de Caín, y dijo:

-¿Por qué estás tan enojado? Si trabajas duramente, triunfarás. Si no lo haces, la culpa será tuya.

Pero Caín no se tranquilizó con estas palabras. La ira creció en su interior. Sin embargo, como no era prudente estar enfadado con Dios, dirigió su furia contra su hermano menor. Siguió a Abel cuando este se dirigía al campo, y allí lo atacó y asesinó.

-Caín, ¿dónde está tu hermano? -le dijo Dios.

-No lo sé -replicó Caín. No soy el guardián de mi hermano. Pero Dios, por supuesto, sabía lo que había sucedido.

-¿Por qué has cometido un acto tan horrendo? -le dijo Dios a Caín-. La sangre de tu hermano se escucha desde la tierra con voz que clama venganza. Yo te maldigo; nunca más labrarás la tierra. Ella ha absorbido la sangre de tu hermano como si hubiese abierto su boca para recibirla cuando lo mataste. Cuando vuelvas a labrar la tierra, no producirá nada. Andarás por la tierra errante y sin hogar.

Y Caín le dijo a Dios:

-No puedo soportar este castigo. Me estás arrojando de la tierra y me privas de tu presencia. Seré un proscrito, y cualquiera que me encuentre me matará. A lo que Dios le respondió:

-No. Si alguien te matara, será siete veces castigado.

Entonces Dios puso una señal en la frente de Caín, para advertir a todos los que lo encontrasen que no lo mataran. Y Caín se alejó de la presencia de Dios y se fue a vivir a una tierra llamada Nod, que significa "Errante", al oriente del Edén.
La rivalidad entre hermanos reflejada en la historia de Caín y Abel no surge de la antipatía innata entre los hermanos; la genera la compleja dinámica familiar. Si somos emocionalmente generosos y suficientemente honestos como para llegar hasta el núcleo, puede que seamos capaces de erradicar la señal de Caín de nuestra frente y de la de nuestros hijos.
En el mito de Caín y Abel, según la tradición más popular, fue la envidia la consecuencia que desencadenó la tragedia. Pero tampoco está claro que deba de ser la venganza el remedio para hacer justicia. Fue Dios quien provocó la maldad entre los hermanos; llevándoles hasta el crimen y luego, no impartió justicia, ni permitió la venganza.

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